Dos de cada diez cántabros con movilidad reducida tuvo que cambiar de casa por falta de accesibilidad

El 18% de los cántabros con movilidad reducida ha tenido que cambiar de domicilio por la falta de accesibilidad del inmueble donde residían, una cifra que asciende al 31% en el caso de quienes se desplazan en silla de ruedas. Ésta es una de las principales conclusiones del Informe 'Accesibilidad y movilidad: mejorando la calidad de vida de las personas con discapacidad', elaborado por la Fundación Mutua de Propietarios.

Según la Encuesta de Discapacidad, Autonomía personal y situaciones de Dependencia (EDAD) del Instituto Nacional de Estadística (INE), un 57% de las personas con movilidad reducida tiene dificultades para andar o moverse dentro de su propia vivienda. Por ello, una de cada cuatro ha tenido que realizar obras para adaptar su hogar, siendo los principales lugares los aseos (74%), dormitorios (42%), cocina (32%) y puerta de entrada (32%), según recoge el informe de la Fundación Mutua de Propietarios.

Sin embargo, las limitaciones a la movilidad se agravan a la hora de desenvolverse fuera de la vivienda. Casi el 80% de los cántabros con movilidad reducida tiene importantes dificultades para andar o moverse. Para solucionar esta problemática, el informe desvela que el 73% de las requiere de la ayuda de familiares y amigos.

Esta situación provoca que un 54% de los cántabros pase muchos días sin salir de casa, y un 2% no salga nunca. En este sentido, el 33% considera que si su edificio estuviera más adaptado saldría más de casa, un porcentaje que se duplica en el caso de aquellos edificios que no tienen ascensor.

"En ocasiones, el hogar se convierte en una cárcel para las personas con movilidad reducida dada la dificultad para poder entrar o salir, encontrándonos con personas que se encuentran prisioneras en su propia casa por la falta de accesibilidad en su propio edificio", ha explicado la vicepresidenta ejecutiva de la Fundación Mutua de Propietarios, Laura López Demarbre.

El informe advierte que un 87% de los edificios de viviendas debe realizar actuaciones de eliminación de barreras arquitectónicas para mejorar su accesibilidad. En concreto, un 17% necesita instalar un ascensor; el 22% una rampa para salvar el escalón de acceso al portal; el 56% tiene porteros automáticos no accesibles desde una silla de ruedas; 2 de cada 3 tienen sus buzones elevados y el 48% de los portales necesita un abrepuertas motorizado porque ésta pesa demasiado.

Llevar a cabo todas estas acciones supondría un coste medio por hogar en Cantabria de 1.955 euros, una cifra que se incrementa en aquellos edificios de menos plantas y menos vecinos, con 5.409 euros y 4.457 euros respectivamente; entre los hogares de edificios más antiguos (3.156 euros); en los que tienen viviendas de menor tamaño (2.416 euros) y en los hogares con menos ingresos (2.995 euros).

Según el estudio, pese a que el 6o% de los cántabros está de acuerdo en que un edificio accesible revaloriza sus inmuebles, un 67% ve poco o nada probable realizar las mejoras de accesibilidad que se necesitan en su edificio. La falta de acuerdo entre vecinos (47%) y los motivos económicos (55%) son las principales razones expuestas, especialmente cuando la inversión supone un montante superior a los 2.000 euros.

"Muchas de las viviendas no accesibles son propiedad de personas con bajos recursos, por lo que se evidencia la necesidad de que administración e instituciones contribuyan a hacer posible que se lleven a cabo actuaciones para la eliminación de barreras arquitectónicas", ha explicado López Demarbre.

De hecho, siete de cada diez edificios no han recibido ayudas para mejorar la accesibilidad, debido en parte al desconocimiento, la edad --los edificios en los que viven personas más jóvenes han recibido más ayudas-, la falta de solicitudes de adaptación del edificio --sólo el 12% de las personas con limitación de movilidad en Cantabria han solicitado alguna actuación-, o el número de plantas.

AYUDA DE LA TECNOLOGÍA

Ante la dificultad para salir de casa, la tecnología supone una gran ayuda para quienes tienen movilidad reducida. Una de cada dos personas afirma que ésta ha facilitado sus gestiones y un 19% la emplea para realizar compras por internet. No obstante, existe una brecha digital que afecta a los mayores de 60 años y a quienes viven en zonas geográficas con servicios digitales menos desarrollados.

Pese a todo, existe una clara relación entre la falta de autonomía y el estado de ánimo. En concreto, el informe afirma que un 60% de las personas con movilidad reducida se sienten mal con ellas mismas, una percepción más acentuada entre las personas mayores de 70 años quienes, además, son las que en mayor medida afirman quedarse muchos días sin salir de casa.