Costa Quebrada alberga safaris mareales nocturnos para descubrir los misterios de la vida marina

Las playas de La Arnía, en Piélagos, y La Maruca, en Santander, pertenecientes ambas a la denominada Costa Quebrada, alberga la actividad 'safaris mareales nocturnos', una experiencia "única" para descubrir los misterios del mundo marina en esta franja litoral de 20 kilómetros que discurre a lo largo de cuatro municipios.
Costa Quebrada alberga safaris mareales nocturnos
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Así, La Arnía y La Maruca son "dos singulares aulas al aire libre, donde se respira conocimiento", según el responsable de divulgación de la asociación, Gustavo Gutiérrez, que recuerda que el proyecto vio la luz en el año 2005, si bien fue en 2007 cuando este recurso, que hasta entonces "no se había utilizado", se puso a disposición del público, en general.

"Es una actividad muy potente porque tenemos muchos recursos para interpretar, muchos seres vivos diferentes, que nos permiten construir una historia con la que el público, además de disfrutar viendo colores atractivos y formas extrañas de vida, aprende muchísimas cosas sobre la evolución de la vida en este planeta", resume.

El responsable de divulgación de la Asociación Costa Quebrada apunta en un comunicado, difundido por el Ayuntamiento de Piélagos, que se trata de una experiencia que se puede vivir y compartir en familia, con niños a partir de 3 años porque, aunque "lo complicado es el acceso, no son zonas difíciles de transitar".

La actividad puede hacerse en dos ubicaciones, en la plataforma de abrasión de La Arnía y en la playa de La Maruca, eligiéndose una u otra en función de cómo esté el oleaje y de las mareas.

"Es ligeramente diferente lo que se ve en un lugar y en otro", advierte, para apuntar que en La Maruca hay más diversidad y se pueden ver más seres diferentes, aunque "no es un zoo o un acuario y las cosas no están ahí puestas sino que hay que encontrarlas y existe una cierta variabilidad".

"Unos días vemos más cosas y otros menos, pero el fuerte de La Maruca es que se ve mucha diversidad", enfatiza Gutiérrez, para comparar, por el contrario, que "en La Arnía es mucho más clara la distribución de los seres vivos y, por tanto, entendemos mucho mejor el funcionamiento del ecosistema".

CLASE AL AIRE LIBRE

A lo largo de algo más de dos horas los participantes, sean adultos, jóvenes o niños, asisten a "una clase inolvidable, al aire libre, en vivo y en directo", en la que tanto Gustavo Gutiérrez como Víctor García Durán, técnico de divulgación y comunicación, comparten sus conocimientos sobre la flora y fauna del entorno.

El recorrido comienza cerca de la orilla y el visitante ve lapas y cómo comen con su único diente las algas microscópicas, que forman una capa sobre las rocas y que "van rascando como si de una lima se tratase". También las lapas se mueven de sitio, pero siempre regresan al mismo, gracias a un rastro que van dejando.

Con motivo de esta experiencia también se explican las diferencias entre lapa y caracol, se comprueba cómo los cangrejos, si se les cae una pata, la pueden recuperar o se descubre que en las rocas bañadas por el Cantábrico crecen fresas y tomates "de mar".

Al avanzar la noche, aumenta la oscuridad pero gracias a la luz de frontales se pueden ver erizos de mar. Los participantes en los sarafis mareales nocturnos también conocen otras curiosidades, por ejemplo, que los cangrejos ermitaños son "muy tímidos" y, por eso, cuando se juntan en las rocas forman lo que los profesionales llaman 'un bazar de ermitaños' o que el pepino de mar, ese que es totalmente blando porque tiene poca estructura, pero sí ventosas en su parte superior, se alimenta de arena.